El cáncer de hígado es una enfermedad en la que se forman células malignas en los tejidos del hígado. El tipo más común es el carcinoma hepatocelular, que comienza en las células principales del hígado llamadas hepatocitos. Menos comunes son los colangiocarcinomas, que se originan en los conductos biliares del hígado. Este cáncer puede ser primario, originándose en el hígado, o secundario, resultado de metástasis de cánceres en otras partes del cuerpo.
El cáncer de hígado está asociado con diversas causas y factores de riesgo. La infección crónica por los virus de la hepatitis B (VHB) y hepatitis C (VHC) es una de las principales causas. Otros factores de riesgo incluyen el consumo excesivo de alcohol, la cirrosis hepática (que puede ser causada por alcoholismo, hepatitis crónica, y enfermedad hepática grasa no alcohólica), la exposición a aflatoxinas (toxinas producidas por mohos en alimentos mal almacenados), y ciertas enfermedades metabólicas hereditarias como la hemocromatosis.
Los síntomas del cáncer de hígado suelen ser inespecíficos en las etapas iniciales, lo que puede dificultar el diagnóstico temprano. Los signos de alerta incluyen pérdida de peso inexplicada, pérdida de apetito, dolor en la parte superior del abdomen o en la espalda, hinchazón abdominal, ictericia (coloración amarillenta de la piel y los ojos), fatiga, náuseas y vómitos, y orina oscura. Es crucial consultar a un médico si se presentan estos síntomas para una evaluación adecuada.
El diagnóstico del cáncer de hígado generalmente implica una combinación de exámenes físicos, estudios de imagen y análisis de sangre. Las pruebas de imagen, como la ecografía, la tomografía computarizada (TC) y la resonancia magnética (RM), son fundamentales para visualizar el tumor y determinar su extensión. Los análisis de sangre pueden detectar marcadores tumorales como la alfafetoproteína (AFP). La confirmación del diagnóstico a menudo requiere una biopsia hepática, donde se toma una muestra de tejido del hígado para su análisis microscópico.
La cirugía es una opción de tratamiento clave para el cáncer de hígado y puede ofrecer la mejor posibilidad de cura, especialmente en etapas tempranas. Las principales opciones quirúrgicas incluyen la resección hepática, donde se extirpa la parte del hígado que contiene el tumor, y el trasplante de hígado, en el que se reemplaza el hígado afectado por uno sano de un donante. La elección del procedimiento depende de factores como el tamaño, la ubicación del tumor, la función hepática y la salud general del paciente. Además de la cirugía, otros tratamientos como la ablación, la quimioembolización y la terapia dirigida pueden ser utilizados para controlar la enfermedad.
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